. La Bahía de Mar: mayo 2006

sábado, mayo 20, 2006

Mar-Encadenado

«Toda el alma para ti», murmuras, pero en el pecho siento un vacío que sólo me lo llenará ese alma que no me das. Pedro Salinas, (Presagios - 1923) "Porque las dos sabemos cuánto duelen la esquirlas de un poema, y cuánto, luchar por lo que amamos", estoy dejando mi vida en ello. En la espesura de media noche -con estos ojos que no eran míos- descubrí un lunar más grande que la luna. Descubrí que tu sombra es roca viva, es un potro que danza descalzo entre la espuma y me recuerda el nombre de la noche que se levanta a la hora de los vientos En medio de mis ojos se agiganta, se recuesta se acurruca en los rastrojos de mi alma como si fuera muerte calle sueño estrella Es entonces cuando dices: «Toda el alma para ti», (Salinas) Y siento que no tienes ausencia ni casa ni raza ni nada En este instante huele a siempreviva, a universo iluminado tú casi yo yo casi tú mi garganta, mi ronquera, lo que ha sido, lo que era, casi gruta, casi era, todo y nada En esta escala siempre subes siempre bajas siempre sabes siempre nada siempre, siempre todo y nada. Y es por "este miedo, éste: ¡este miedo a olvidar!, a que me olvides". que estoy dejando mi vida en ello cada noche, cada puerto, cada pena, cada nada, cada rato, cada plaza. Y murmurabas: «Toda el alma para ti», pero en el pecho siento un vacío que sólo me lo llenará ese alma que no me das. (Pedro Salinas) ¿Dónde estabas? amor ardiente de madrugada, máscara de barro, adivinanza solitaria, chubasco, lluvia seca, sol mojado, crudo invierno, dura espera. Entonces "Mi cuerpo se arma de paciencia" para soportar este pasto esta estera esta angustia esta arena este trago esta pena esta tarde... Esta tarde es esta tarde. Esta tarde es lo que quiero, -y estoy dejando mi vida en ello- esta tarde es este bote rema y rema aquí en mi alma un capitán cualquiera aquí, en el sueño de este barco de hojalata. Lo que quiero es un pedazo del alma que no me das, esa diosa vagabunda, una mina, un invento, una puta que está durmiendo, está soñando, está creando, está aquí, donde el río inunda su nombre, está donde la espera la acompaña y yo con ella soñando quimeras, "por eso, armada de paciencia y de impaciencia, acaricio, con los ojos cerrados, las más bellas". "¿no lo comprendes, amor?", estoy dejando mi vida en ello y recurro a mis "Amados y especiales pirómanos del hielo que ahuyentan la soledad y el miedo" esperando que un día, al fin, me digas. ¡Mi alma toda está contigo! --- ©MAR - Marzo 2003

Indah-Encadenado

Entre febrero y abril de 2003, Indah y yo iniciamos una serie de encadenados que salieron así, de esta manera. Estos no son los primeros pero como Indah hacía alusión al poema de Paulina Vinderman con el que iniciaba este poema pues aquí va. Era la respues a uno mío que inicié con una estrofa de Pedro Salinas y que colgaré después. Nosotras disfrutamos como enanas, y yo también sufrí ¿eh? que seguir a Indah es complicado. ----- "Íbamos a tomar el vino del atardecer sentadas en el piso, a desplegar el dolor y los amores literarios como un mantel: algunos agujeros y colores seguros. Dos mujeres expulsadas del idioma, de la fiesta, de una terca latitud." Paulina Vinderman. Pero hay un silencio inagotable que rompe la soledad líquida de una nube cuando se estrella contra los cristales. Y formas inalcanzables, extrañas formas, perfiles escondidos, y un rayo fino como un hilo, que ovillo por separado, para que, a la hora de bordar poemas, nadie se confunda. "se acurruca en los rastrojos de mi alma como si fuera..." Me acurruco en lo desconocido robado a sabe quién, a sabe qué, arrancado, desarraigado y desde allí, miro la luz y pienso en los colores, ellos no pelean ni lucha entre sí, sólo toman su sitio, el que les corresponde para ser parte; para ser todo. Para ser parte de un todo, sin exclusión alguna de credo, raza o condición, toda mi alma desea ser color. "se acurruca en los rastrojos de mi alma como si fuera muerte calle sueño estrella" pero como sombra sin su sombra, soy, a veces, noche recostándome en el día bajada cuando soy subida lucha a brazo partido con la suerte (o con la muerte) ¿Qué respuesta pueden traer las hojas de un otoño que alguien ha olvidado, que no sean un dolor tan antiguo como nuevo? El viento lo ajusta a mi vestido, y el desaliento lo ciñe a mi cintura. Las hojas trepan de nuevo en primavera por las ramas, y mientras, tú -me digo- de trapecio en trapecio, apostando contra la gravedad, pisando levemente, dejas caer semillas pequeñas como granos de mostaza: el viento las dispersa, oh prodigio, hacia donde convergen todos tus itinerarios, donde todos lo árboles mueren sin remedio, y los vacíos, para dejar de serlo, se llenan de vacío. «Toda el alma para ti», ( dijo Salinas) "Y siento que no tienes ausencia ni casa ni raza ni nada", sólo tengo un azul marino que me acerca y un azul oscuro que me aleja (rozándolos apenas, se quedan -ambos- entre mis labios.) Pero veo mi huerto, una linde, un horizonte tirando a gris; y sé que todo me pertenece, la voz y la palabra, el aire que respiro, las montañas que se extienden, la nube, el sol, la garza. Por eso me rescato de esta lluvia clara y con un hilo azul de cielo, hilvano mis costuras: un zigzag de puntaditas pequeñas, y oculto entre mis manos una madeja sin principio, sin fin, para mañana. "En este instante (que) huele a siempreviva" mientras apunto de ser, Abril me arrastra entre sus manos, de puntillas, por no herir, las aves posaron sobre mí el plumón más fino, el más suave, de sus alas, y con sus finas garras, horadando el tiempo, en el recodo donde empieza y termina la noche, anidaron: habría de ser faquir y aún así, serían profundas las heridas. Mientras tejo estos pensamientos, la rueca que alguna vez me hiló me olvida en el centro del ojo de una aguja que me borda indefinidamente al cañamazo: petit point , pétalos de rosas, ligero aroma a clavo y frasquitos que guardan espuma de olas, aire de mis montañas, briznas de hierba húmeda, y su voz -su voz- bálsamo milagroso que todo lo cura. Desato mis sandalias y sacudo el polvo de mil pueblos: lavo mis manos y mis pies, mi cuerpo, en el río que regresa al pasado, llevándome parte de él en el borde -empapado de río- de mi túnica. Porque es mío, porque me pertenece. Y porque los sueños también sueñan: con praderas inmóviles y manadas de búfalos que no pasen como un suspiro ante sus ojos; con aprehender la magia de aquel instante irrepetible que, tras de sí, aún tiembla entre rieles (camino de hierro son sus manos), los monto a horcajadas, clavo las espuelas en las ijadas a este caballo de cartón, y lo hago volar como a Bucéfalo, dando la espalda al sol para que jamás, jamás, vuelva a temer las sombras. ¿Quién eres, me preguntan? Y me quedo pensando la respuesta: no soy, lo sé, lo que lo demás piensan, mas, ¿cómo negárselo si no tengo respuestas? ¿quién soy?, pregunto mientras aparto leyes y preceptos, y principios, y normas, y educación, ¿Quién soy? ¿Quién eres, yo? Y aún herida, acaricio vértices y aristas, palpo cada prominencia, cada hueco, buscando la última revelación mesiánica en el alma -la única pura que conozco- del granito. Y me ilumina el fuego de San Telmo para escribir esos versos, ¡ay!, ésos, esos versos: está la tarde gris, brumoso el rumbo de mi vida y -a la deriva- sobre las páginas de un libro. desperdigo por un cementerio de letras, mis cenizas. «Toda el alma para ti», pero en el pecho siento un vacío que sólo me lo llenará ese alma que no me das. (Pedro Salinas)" El vacío, Don Pedro, como la tristeza: "Es un puñal. O una navaja que acerca su filo al pecho mientras en la calle llueven flores, negras." Xosé Carlos Caneiro ©Indah