MARTES DE ADORMIDERA
El sufrimiento entro en efervescencia y cada lágrima, con nombre y turno de ejecución, hacía trepidar todas las señales del mapa de su cuerpo.
Se hizo el dolor el dueño de la noche -como un vagabundo estéril- y postergando el cansancio en sus labios germinaron pavorosas trovas.
Mecido en el vacío de la noche y corroído por la angustia ciega escribió garabatos en un papel arrugado con signos de un color martes de adormidera.
¡Hoy voy a emborracharme en el cielo!
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©MAR