COROLARIO
I
Expira el día.
Se encumbran las nieblas tristes
y sobre el verdor de los cerros
pestañea una tímida estrella, lentamente,
como el iris de una niña afligida.
II
El cosmos,
que se despoja de radiantes tinturas
alcanza la propiedad de un ópalo excelso
encarcelado en la sombra desde la escollera
hasta la arena de las playas desoladas.
III
La luna solloza;
proyecta al poniente sus lamentos desconsolados
y se oscurece hasta ser negra, entumecida
por el errático tránsito del sol ensimismado
en el jardín de las auríferas luciérnagas.
IV
Un alacrán sigiloso teje un bordado imposible
entre mis dedos rugosos llovidos de topacios
y entretanto las garzas imperiales
aletean entre anémicos juncos
picoteando en los limos de la marisma.
V
Desde el banco del parque -de piedra caliza acicalada-
se me antoja doliente la espera
absorbiendo el aroma de los nenúfares de la alberca
y avistando el ocaso que salpica de dorados matices
las delicadas plumas de los pájaros.
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©MAR - Febrero2008
3 Comments:
Colmada de nostalgias, me posas en tus paisajes, Mar.
Mejor cambiar el banco de la espera, la noche se me antoja frìa y lleva al desconsuelo y la desolaciòn.
Un bello y triste poema.
Va mi abrazo con mucho cariño ante tu don de escribir.
Cuando leo esas imagenes tuyas de angustia, me recorren en las pupilas el dolor de esa ausencia tuya que te lleva a describir así tu tiempo.
Es cierto que los hechos no acontecidos puede constatarse en paisajes como el que has ecrito...pero permíteme dudar de que por ser asi queda demostrado lo que va a suceder-nos.
Cerrar todas las posibilidades, no es impedirlas.
Un beso.
Olimpia.
En el paisaje, a menudo, se busca una suerte de consuelo y, en su descripción, dejamos nuestros retazos, acaso nuestra piel algo más ajada por la pena.
Y no hay peros, sólo sobreponerse.
Y confiar en conseguirlo.
Un beso.
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