Baghdad hechizada
Una hechizada Baghdad
nace de tu relicario y en la lunar hora añil
acarrea su dolor hacia confusos destierros,
pródigos de somnámbulos y ceremonias hostiles.
En este intervalo de cansancio lento,
mi razón es una eufonía de bansuri,
aura que acaricia al inhóspito desaliento.
Tras el épico homenaje y la colina paciente,
nos muestra Selene su perfil oculto,
patibulario y vacío,
y su quijada hosca hace un gesto severo.
Es la hora en que el cometa traspasa nuestro cielo,
como una dorada alegoría o como el último juicio.
Cobalto y Aterrador.
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© MAR - 01/03/07
4 Comments:
Debo reconocer que se me escapa....
en fín...
Olimpia.
Dificil referirse a Bagdad sin hacer alusión al juicio final.
Siempre aterrador.
Besos
Duro poema, Mar. O eso me parece. Así todo, ya sabes que los disfruto.
Olimpia, a veces nos cuesta entender los motivos, los matices, lo que quiso decir alguen en un determinado momento, por eso se nos escapan cosas. Lo bueno es encontrarlas más adelante. Beso.
Ybris, tú sabes o has intuido que me refería a ese infierno. Besos
indah, qué alegría. Este poema me recuerda aquel "nuestro" -uno tuyo y otro mío- en el que dos mujeres se miran (lo buscaré, pero creo que está por aquí colgadito)
Bagdad, Oriente Medido, qué más da, son polvorines y no es fácil ver un final pacífico. Un horror.
Besos, guajina.
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