«Dices que tienes corazón, y sólo
lo dices porque sientes sus latidos.
Eso no es corazón...; es una máquina,
que, al compás que se mueve, hace ruido»
Gustavo Adolfo Bécquer
A golpes de corazón
descubrí los sueños y la vida,
el brillo de sus ojos en cada esquina.
A golpes de corazón
me enamoré de un dios de carne y hueso,
en sus manos crecía un mar de espumas vivas,
me enamoré de la promesa eterna de la dicha.
Y a golpes de corazón fui descubriendo
que la dicha es un producto que caduca,
-perecedero-débil-inhumano-
intuí la oscuridad de lunas rotas
y la pupila muerta del silencio ciego.
Golpe tras golpe,
mi corazón se perdió en su mar desierto,
se hundió en las dunas de su lengua,
quedó ahogado en sangre de falso oasis.
A golpes de corazón, -golpe tras golpe-
se me agotaron los huesos
y por mis venas quebradas solo fluyen pedregales.
Y sin embargo aún espero,
-a golpes de corazón-
que una ráfaga de viento
me arrebate las cadenas de su voz
y derrita las negras nieves que me congelan.
Golpe a golpe,
mi maltrecho corazón
aún me recuerda lo que fui,
lo que siempre quise y nunca dejé de ser.
Un pequeño corazón
que renace cada día
entre latido y latido
a golpes de corazón.